María Eugenia Vidal fue la
revelación de estas elecciones al ganar en el distrito más grande del país.
Conocé a la mujer que llegó al Ejecutivo bonaerense.
María Eugenia Vidal fue la
revelación de estas elecciones. Algo ya se podía intuir en las primarias, pero
casi nadie (ni los propios) se aventuraron a siquiera imaginar que
protagonizaría el ruidoso desbanque del peronismo bonaerense. Vidal se
convirtió en la gran electora, la figura que traccionó a todo el macrismo y que
logró, a fuerza de un carisma particular, condensar el llamado voto útil
(contra el candidato kirchnerista) y el voto aspiracional de una clase media
que encontró en el PRO un refugio electoral.
Vidal comenzó a hacer campaña
hace casi ya dos años en la provincia. Empezó de muy abajo, con un fuerte nivel
de desconocimiento. Lo hizo mientras cumplía funciones como vicejefa de
Gobierno, lo cual tuvo su costo: faltó a la mayoría de las sesiones
legislativas que, por mandato, debía presidir. La campaña que realizó fue muy
intensa, con recorridas extensas de dos o tres días por semana alrededor del
territorio bonaerense. De a poco logró revertir ese desconocimiento inicial y
combinarlo con la creciente intención de voto a Mauricio Macri. La combinación
de diversos factores, la terminó catapultando a la cima del poder provincial.
El destino de Mariu, como le
llaman los íntimos, podría haber sido diferente. Cuando en 2010, en medio del
conflicto por la toma del Indoamericano, con dos muertos por represión policial,
Vidal se calzó por primera vez el traje de conductora. Tomó las riendas y “puso
la cara” en un momento complicado. Hasta entonces, su perfil como ministra de
Desarrollo Social había sido más bien bajo. Nadie le atribuía ambiciones
políticas. Pero algo cambió. Macri vio en aquella mujer de modales amables y
capacidad discursiva una posible figura con posibilidades electorales.
Fue un antes y un después en su
carrera. Se mostró suelta y segura, no caviló en defender la postura del
gobierno porteño. Sumó puntos en el scoring imaginario de Mauricio Macri. En
aquel entonces, aquella exposición le generó algunas reprimendas internas:
todos imaginaron que Mariu ambicionaba con gobernar la ciudad. Cuando Mauricio
Macri decidió que ella fuera su compañera de fórmula en 2011, con la que
consiguió la reelección, la teoría cobró más fuerza aún. Nadie dudaba de que
ella apostaba por suceder a Mauricio.
Sin embargo, el mapa se modificó
drásticamente con, quizá, la mayor crisis política que padeció el PRO. En 2013,
Macri le ofreció a Gabriela Michetti que fuera la cabeza de lista de diputados
en la provincia de Buenos Aires. El macrismo venía tejiendo un entramado,
ideado por Emilio Monzó, en el interior bonaerense, pero necesitaba el empujón
de una figura fuerte que levantara el volumen de la estructura. Michetti dijo
que no y el PRO no presentó ninguna oferta electoral en el principal distrito
del país.
Vidal llegó entonces para ocupar
ese lugar y encabezar la construcción en la provincia. Oriunda de Castelar, Mariu
sabía que la tarea era titánica, pero que la ganancia era posiblemente mayor a
la pérdida. El cálculo le salió bien.
¿Quién es Vidal?
Es licenciada en Ciencias
Políticas de la Universidad Católica Argentina. Llegó al PRO de la mano de
Horacio Rodríguez Larreta, con quien trabajó en la Fundación Grupo Sophia, el
think tank del jefe de Gabinete. Como casi toda la plana mayor del PRO, formó
parte de la Fundación Creer y Crecer. Desde allí confeccionó los principales
lineamientos de la política social que luego aplicaría cuando le tocó
desempeñarse como ministra de Desarrollo Social.
( Franco Spinetta /
politicaargentina.com)